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El Yacimiento

El ‘Cabecico del Tesoro’ forma parte de un importante pero en cierto modo desventurado conjunto arqueológico formado por la propia necrópolis, el poblado de Santa Catalina del Monte y el santuario de la Luz. Las excavaciones en la necrópolis, dirigidas inicialmente por Cayetano de Mergelina y Augusto Fernández de Avilés, se iniciaron con dos campañas en 1935 y verano de 1936, la segunda de las cuales se vio interrumpida por el estallido de la Guerra Civil

No fue hasta 1942 cuando se reanudaron las excavaciones, pese a la dificilísima situación en que se encontraban España y el mundo, ahora ya bajo la dirección de Gratiniano Nieto, discípulo y eventualmente yerno de Mergelina. Se realizaron entonces excavaciones a cierta escala en Octubre de 1942 y en Julio y Agosto de 1944 (coincidiendo con el desembarco de Normandía en plena Guerra Mundial); alcanzándose en ese momento las 464 sepulturas excavadas.

De nuevo las difíciles circunstancias de la postguerra mundial frenaron los trabajos de campo, que sólo se retomaron para una nueva campaña en Enero-Abril de 1955, la última dirigida por Nieto y Mergelina (este último había regresado a Murcia en 1952 como catedrático), llegándose a las 594 tumbas excavadas.

Las primeras excavaciones en ‘El Cabecico’ marcaron época, ya que la tradición investigadora en Murcia era muy escasa a comienzos de los años treinta. Las primeras noticias sobre el conjunto arqueológico en ‘El Verdolay’ se remontan a fines del siglo XVIII, cuando el canónigo Juan Lozano describió los abundantes restos ‘romanos’ de la zona (Lozano, 1794). Sin embargo, no fue hasta los primeros años del siglo XX cuando, gracias a los trabajos de Pierre Paris, se dieron a conocer a la comunidad científica en sentido amplio yacimientos como Coimbra, Archena o el propio Verdolay (Paris, 1904). Al tiempo, se daban a conocer piezas importantes de otros puntos, como el famoso centauro de Los Rollos en Caravaca, aparecido hacia 1897 y donado por D. Eulogio Saavedra al M.A.N. de Madrid. También a principios de siglo se habían practicado excavaciones en el Cabezo del Tío Pío en Archena y en el poblado de Santa Catalina del Monte en el Verdolay

La reanudación de las excavaciones entre fines de los ochenta y mediados de los noventa, a cargo ahora de J.Miguel García Cano, ha permitido confirmar o modificar algunos datos de los trabajos antiguos, en especial sobre la estructura de las sepulturas.

Las tumbas de la necrópolis abarcan desde muy principios del s. IV a.C. hasta principios del s. I a.C., de manera más equilibrada que otras necrópolis del área murciana, más centradas en el s. IV a.C. Son escasos los datos sobre la estructura de las tumbas en los diarios de excavación, pero en su mayoría parecen haber sido hoyos practicados en el suelo para colocar la urna cineraria y el ajuar alrededor, aunque hay algunas fosas rectangulares más cuidadas y es posible que incluso existiera algún empedrado tumular, aunque no es ésta una estructura característica del yacimiento. Abundan los fragmentos de escultura, reutilizados en tumbas ya desde el s. IV a.C., que no parecen proceder de monumentos de gran empaque, de tipo turriforme, pero sí una gran escultura sedente entronizada, elementos de caballos de tamaño menor que el natural, etc. Las armas son muy frecuentes –aparecen hasta en un 22% de las tumbas- así como la cerámica importada de barniz negro, con piezas poco habituales incluso de tipo helenístico.

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