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Papel de las comunidades microbianas en la formación de fósiles

26/07/2017
Imágenes de los tejidos de rana preservados en el interior del sarcófago.
Diferentes tejidos de rana preservados en el interior del sarcófago. Arriba izq.: piel de la rana intacta después de 540 días; y arriba der.: tres años después. Medio der/izq.: médula ósea. Abajo der/izq.: cráneo preservado en carbonato cálcico. | UAM.

Una reciente publicación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha explicado cómo un tipo de comunidad compleja de microorganismos pudieron intervenir en las primeras etapas de formación de fósiles. El estudio se publica en Scientific Reports.

Explicar cómo se forma un fósil es, por regla general, una tarea difícil. A la ya de por sí complicada labor de trabajar con restos que han tenido que pasar millones de años enterrados hasta ser descubiertos, se añade la imposibilidad de conocer, con la certeza necesaria, las condiciones en las que fueron enterrados. A pesar de estos problemas, existe una rama de la Paleontología, la Tafonomía, que intenta conocer bajo qué circustancias y mediante qué fenómenos se pudieron formar los fósiles.

En los laboratorios de Ecología Microbiana y Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), se están llevado a cabo una serie de experimentos con el objetivo de explicar si los tapetes microbianos pudieron ser responsables de la formación de algunos fósiles (moscas, peces, ranas, algunos tipos de plantas) excepcionalmente bien preservados. Estos experimentos están aportando, además, nuevas herramientas para comprender e interpretar algunos de los restos que se han encontrado en diferentes yacimientos.

En un artículo reciente, publicado en Scientific Reports, los autores de estos experimentos confirmaron que la presencia de los tapetes microbianos retrasa de forma muy significativa la descomposición de los cadáveres de la rana enana africana Pipidae (Hymenochirus boettgeri).

Según explican, “los tapetes cubren rápidamente los cuerpos en apenas treinta días, formando una especie de sarcófago que protege y aisla las ranas del exterior. De esta manera, los cuerpos no se desmiembran ni fragmentan y pueden mantener su integridad. El retraso en la descomposición en el interior del sarcófago permite la conservación incluso a nivel celular, como se puede observar mediante microscopía electrónica en muestras de piel, tendones, músculo y médula ósea”.

Según los autores, estos resultados conectan además de forma directa con el registro fósil. Señalan, por ejemplo, que los cortes de los huesos de las ranas de los experimentos presentan una serie de células y tejidos que coinciden de forma sorprendente con los de fósiles de ranas adultas y renacuajos del yacimiento español de Libros (Teruel) de hace 10 millones de años.

“Estos experimentos, por lo tanto, permiten conocer mejor las condiciones en las que se pudieron haber formado aquellos fósiles”, detalla Anabel López-Archilla, investigadora del Laboratorio de Ecología Microbiana de la UAM.

No todas las partes del cuerpo fosilizan igual.

Otro aspecto importante que se destaca en el artículo es que la fosilización de las ranas no se produce de forma homogénea, es decir, no sucede en todos los tejidos de la misma forma. Este fenómeno había sido observado previamente en algunos fósiles, lo que ha generado un amplio debate y producido diferentes hipótesis para su explicación. Sin embargo, el trabajo muestra por primera vez, de forma experimental, cómo pudo suceder.

Al analizar el interior del cráneo preservado de las ranas, los investigadores observaron que una determinada región del cerebro, el lóbulo óptico en concreto, además de estar conservado, había comenzado a mineralizarse, es decir, a cambiar su composición orgánica original por minerales. Los investigadores argumentan que esta transformación permitiría su conservación durante millones de años.

“Estos resultados pueden explicar algunos aspectos de los fósiles encontrados en el yacimiento de Libros, pero también de fósiles mucho más antiguos como los de Las Hoyas (Cuenca), que datan del Cretácico y tienen alrededor de 120 millones de años”, explica Miguel Iniesto, investigador de la Universidad de Borgoña y también autor del trabajo.

Ángela Delgado, del Laboratorio de Paleontología del UAM, coautora e investigadora principal del proyecto encargado de estudiar el yacimiento de Las Hoyas, explica que “la importancia potencial de los tapetes microbianos en la formación de fósiles es evidente. No sólo parecen intervenir en el retardo de la descomposición de los cuerpos, sino también en los procesos de mineralización. Dada la complejidad a todos los niveles que presenta esta comunidad microbiana, los procesos que dan lugar a la formación de un fósil podrían ser muy diversos”.

Finalmente, los autores destacan la necesidad de continuar con la experimentación a muy largo plazo, y compararla con el registro fósil para determinar el impacto real de esta comunidad de microorganismos en aquellos yacimientos en los que pudieron estar presentes en el momento de su formación.

 

Referencia bibliográfica:

Iniesto M, Villalba I, Buscalioni AD, Guerrero MC, López-Archilla AI. 2017. The effect of microbial mats in the decay of anurans with implications for understanding taphonomic processes in the fossil record. Scientific Reports. Doi:10.1038/srep45160.

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