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Nuria Castañeda: “Si a la sociedad no le llegan resultados de la investigación, la arqueología parece una cosa misteriosa”

Actualidad

Nuria Castañeda: “Si a la sociedad no le llegan resultados de la investigación, la arqueología parece una cosa misteriosa”

Es una referencia obligada en el estudio de la producción de herramientas en piedra de la prehistoria. Su investigación ha generado novedosos aportes sobre los procesos de transmisión del conocimiento en el Paleolítico y en el Neolítico. Nuria Castañeda nos acompaña hoy para explicarnos sus hallazgos, al tiempo que, como divulgadora comprometida, nos recuerda la importancia de la comunicación de los descubrimientos arqueológicos para asegurar su preservación.

13/04/2021Diana Zárate
Imagen de Nuria Castañeda en su despacho.

Nuria Castañeda, en su despacho / N. Castañeda

Nuria Castañeda (Madrid, 1970) es docente de la Universidad Autónoma de Madrid y dirige el proyecto  Apprend , que busca explicar la forma en que se adquiría el conocimiento técnico en la prehistoria.

Los hallazgos de sus estudios permiten plantear nuevas teorías sobre varios aspectos de la vida en las sociedades del pasado, pero este no ha sido un camino corto. Su interés sobre las industrias líticas ha sido un trabajo continuo que se origina en la primera década del 2000. En ese momento inicia la investigación para su tesis doctoral dentro de un proyecto del CSIC dirigido por Pedro Díaz-del-Río y Susana Consuegra en el Sitio Casa Montero, una mina neolítica única en la Península Ibérica “porque fue la primera excavada arqueológicamente y porque está en el Centro de Madrid, donde no había aparecido ninguna de ese periodo”.  

La investigación arqueológica en un sitio con esas características tan singulares ofrece muchas posibilidades para obtener nueva información ¿Nos podría contar qué les permitió entender Casa Montero sobre la vida en la prehistoria?

Nos dio un espectro amplísimo de información sobre todo el proceso de producción de lítica del Neolítico que no teníamos: desde la extracción del sílex hasta la fabricación de pequeñas láminas. Eso no se ha encontrado en otros yacimientos. Además, los hallazgos nos permitieron describir cómo se desarrollaba ese sistema técnico. Hay un sistema de organización complejo para que convivan todas las actividades en la mina y que sea lo más rentable posible.

La producción principal de la mina son pequeñas láminas, que están destinadas para hacer hoces (las piezas para cortar el cereal); sin embargo, el otro objetivo de la mina era formar a los nuevos talladores. Para aprender a tallar hace falta mucho material porque se malgasta.

Hemos encontrado que los restos de la talla principal de las láminas eran utilizados para la gente que no sabía tallar. Pero no solamente el de mala calidad, porque entonces el tallador no avanzaría y perdería la motivación, sino que progresivamente se le iban dando materias de mejor calidad y, de esta manera, el aprendiz se sentía útil, seguía con su progreso y así podía reproducir todo el sistema técnico que era fundamental.

En los estudios de industria lítica usualmente se va directamente a lo económico: cuánto volumen de material se extraía, cuántas láminas se hacían, hacia dónde iba ese material… Pero detrás de todo ello hay personas que manejaban toda esa industria y que estaban expresando una relación con este material. Las herramientas en piedra nos hablan de relaciones de intercambio con otros grupos a gran distancia, pero también del surgimiento de especialistas que tienen que transmitir su conocimiento a la siguiente generación porque, si no, ese tipo de herramientas muy especializadas se deja de producir.

Además, al estudiar el aprendizaje de esos procesos, podemos captar cómo se producían y si el conocimiento era compartido por todo el grupo o si solamente un pequeño grupo de personas podía acceder a ese conocimiento.

¿Cómo era el aprendizaje de la técnica lítica en Casa Montero?

Dada la baja densidad de población que había, fue necesario que se juntaran varios grupos a una escala regional para explotar la mina. Algunos grupos vendrían desde aproximadamente 90 kilómetros de distancia y se produciría un encuentro de personas de diferentes edades. La hipótesis que planteo es que vendrían todos los grupos completos para hacer un trabajo colaborativo.

Los aprendices se iniciaban en una edad preadolescente. Los niños estaban participando en tareas menos importantes como ayudar a llevar capazos con tierra. En esa etapa se estarían impregnando y viendo todo lo que están haciendo todas las personas adultas. Pero llegaba un momento en que ellos ya podían ir participando más activamente e ir aprendiendo cosas cada vez con una mayor responsabilidad. Todo esto lo hemos visto a través de las piedras, ¡que es lo maravilloso! ¡Podemos ver cómo se va avanzando y van haciendo cosas más complicadas cada vez!

Los individuos infantiles van integrándose en la vida del grupo al que pertenecen y van haciendo cosas que son útiles y eso, a su vez, los motiva. Luego hay una etapa en la que se aprenden los gestos, a dar golpes y, hasta que aprenden, se pueden ver todos sus errores en el registro arqueológico. Como en el material lítico los errores son irreversibles, cuando te equivocas, los arqueólogos lo vemos.

Posteriormente, en una segunda etapa, un aprendiz un poco más avanzado, ya tiene en la mente una idea más clara de los que quiere hacer y ya sabe controlar los gestos, pero le falta hacer un trabajo más conceptual, le falta entender el producto final y, entonces, hay un tipo de errores que son distintos.

La gestión de datos de gran tamaño es muy compleja y en Casa Montero tuvo que analizar casi 170.000 piezas. ¿En qué consiste la metodología que desarrolló?

En el caso de las minas, los restos líticos son extraordinariamente abundantes, pero ninguna como Casa Montero. Allí desarrollé una jerarquización en tres niveles de estudio. Fue un trabajo ingente, pero valió la pena porque las afirmaciones que se hacen están apoyadas por un número de evidencia que dan robustez a las hipótesis y a las teorías que hemos explicado.

¿En qué consisten las últimas investigaciones que tiene en marcha?  

Actualmente estoy trabajando en dos proyectos de investigación que están relacionados. En primer lugar, el proyecto APPREND, en el que estamos investigando cómo se adquiere el conocimiento de talla. Estamos haciendo experimentación con personas que vienen voluntariamente a tallar, que tienen distintos niveles de experiencia. Compararemos todos estos datos y estableceremos relación con lo que hemos visto en yacimientos arqueológicos.

Será muy interesante la contrastación de los datos experimentales con los datos arqueológicos para confirmar hipótesis y para descubrir nuevos criterios de identificación del aprendizaje.

El otro proyecto es de minería neolítica del sílex en el interior peninsular.  Vamos a ver si encontramos otra mina. La cuenca de Madrid es probablemente la zona con mayor silificación de la Península Ibérica y sabemos que no es normal que haya solo una mina de sílex. También queremos determinar hasta qué otros sitios ha viajado el sílex de la mina de Casa Montero.

Para terminar, ¿cuál es su opinión sobre el papel de la divulgación del conocimiento científico en la investigación arqueológica?

La divulgación científica es fundamental. No solo por compartir un trabajo que está hecho para la sociedad, porque el patrimonio histórico arqueológico es de todo el mundo y su investigación y sus resultados tiene que revertir en la sociedad, sino que, además, de esta manera estamos ayudando a revalorizarlo. Si la sociedad no aprecia y no le llegan los resultados de la investigación que se hace, parece que la arqueología es siempre una cosa misteriosa, y no lo es. Es una disciplina científica de la que sacamos unos resultados que, además, son muy interesantes para todo el mundo porque ayudan a conocer y valorizar el patrimonio de la antigüedad, pero también nos enseña valores que son inherentes al ser humano. Hay culturas distintas a lo largo de toda la prehistoria y la historia y, a partir de ahí, podemos entendernos como lo que somos, un crisol de todo lo que ha sido nuestro pasado.

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Diana Zárate es arqueóloga por la Universidad de los Andes de Colombia y especialista en patrimonio y educación no formal por la Universidad de Alcalá y la Universidad de Panamá. Después de una década y media de trabajo en campo, laboratorio y museos ha vuelto a las aulas. Actualmente cursa el Máster de Arqueología y Patrimonio y el Título de Experto en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia de la UAM.