Villafranca de los Barros, en Badajoz, fue una zona de gran importancia alfarera debido a la calidad de sus tierras, algo que se refleja en su propia denominación. No obstante, permanecieron más tiempo y fueron más potentes en cuanto a producción los alfares comprendidos en el municipio de Salvatierra de los Barros, que exportó sus piezas por toda la actual Extremadura.

Los alfares no solo se dedicaban a la creación de elementos decorativos, con su típica tierra roja y  motivos ornamentales,  que son los que en mayor medida han llegado hasta nosotros, sino que daban respuesta a las necesidades cotidianas del pueblo y alrededores, para los que utilizaban una alfarería vidriada y pintada con tierra blanca. En la Guía de los alfares de España, realizada por Rüdiger Vossen, Natacha Seseña y Wulf Köpke, en 1973 seguían existiendo, al menos, nueve alfares en activo en la zona de Salvatierra de los Barros.

Este retrete, datado aproximadamente en las primeras décadas del siglo XX, es buen ejemplo del uso utilitario de las piezas procedentes de los alfares.

Junto con el equipamiento doméstico, vinculado a la alimentación: ollas, platos, jarras, recipientes de almacenaje, se realizaban tuberías, tejas, retretes y pilas de lavar, que iban proporcionando a  las zonas un mayor confort en la vida cotidiana e introduciendo tipologías propias de las ciudades, que ayudaban a hacer más fácil la vida de estas regiones.