Actividades culturales
Segunda sesión de la 3ª Temporada del Club de Lectura 501
En este club no nos gusta dejar un palo sin tocar. Y en esta ocasión le arrancamos algunas de sus mejores notas al palo de la ciencia ficción.
Silencio. El maestro Chiang aparece en escena. En 2002 compuso su primera sinfonía, La historia de tu vida y otros relatos, y ahora, en 2019 (ahora, porque acabamos de viajar en el tiempo hasta el año de su publicación al atravesar la puerta de un alquimista), le vemos subirse al podio para dirigir su segunda sinfonía, Exhalación. Alza el brazo con su batuta de cuarzo pulido colgando con gracilidad de su mano, hace una pausa y, cuando la baja de un latigazo, suenan las primeras notas del primer movimiento. Fin de la metáfora.
El próximo 4 de diciembre celebraremos la segunda sesión de la tercera Temporada del Club de Lectura 501. La dedicaremos al libro de relatos Exhalación, de Ted Chiang. Neoyorkino de nacimiento en 1967, pero con ascendencia china, este informático –dedicado profesionalmente a la edición técnica y redacción de manuales científicos–, es una rara avis en el panorama literario, incluso para ese cajón de sastre que puede ser a veces la ciencia ficción.
Chiang no procede ni de la academia ni de la literatura, adviene desde fuera, desde un lugar intermedio, y lo hace con una voz diferente, única, aportando un soplo de aire fresco a lo que Arthur C. Clark denominó "ficción científica" (la inversión de los términos no es caprichosa) para distanciarse de subgéneros como el space opera.
Ni dura ni blanda, ciencia ficción filosófica. Chiang también ocupa ese lugar intermedio. Si la ciencia ficción dura se caracteriza por su rigor científico-técnico y la blanda por una mayor exploración de sus valores literarios, la ciencia ficción de Ted Chiang participa de ambas, combinando premisas científicamente sólidas con reflexiones filosóficas de primera categoría, a través de personajes de carne, metal o píxel. Es un Platón de la ciencia ficción.
Chiang utiliza la literatura de género como un laboratorio de pruebas filosóficas con el que poner a prueba nuestras creencias: parte de una tesis, deduce su antítesis y le deja al lector la tarea de concluir su síntesis personal. Al fin y al cabo, pensar es un combate, un Street Fighter en el que un pixelado determinismo choca puños contra un furioso libre albedrío. Y así todo: ciencia contra religión, orden contra entropía, esencialismo contra existencialismo, libertad contra Providencia o ley contra moral. Siendo cada lector el árbitro que decide la suerte del combate.
Porque a veces parece que son las propias ideas los verdaderos personajes de estos relatos, cada una de ellas protagonizando alguno de ellos, para aparecer en otros como personajes secundarios o realizar alguna aparición especial como idea invitada. De ahí que su prosa sea limpia, transparente y desnuda, sin adornos ni ropajes que nos impidan verles las vergüenzas a las ideas, una prosa de progresión firme y ritmo pausado que interpela al lector invitando a poner en pausa la lectura para pensar un momento antes de proseguir con ella.
Ted Chiang no procede de la tradición literaria, sino del pensamiento lógico; su aproximación a la ciencia es filosófica, no tecnológica; no pertenece a ninguna escuela del género, si acaso la crea; no vive de escribir, sino que satisface una pulsión interior escribiendo; y representa como nadie –junto con una selecta minoría de escritores– una tercera vía de la ciencia ficción que cuestiona nuestra relación con la tecnología y tematiza los desafíos que nos plantea el futuro.
Como dijo Lazlo Knight: "La ciencia ficción es el espejo literario en el que se refleja nuestro presente." Ahora le toca hablar al Club.
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