La enfermedad cerebrovascular es la primera causa de muerte en la mujer española y la segunda causa de mortalidad globalmente considerada, la primera causa de invalidez permanente en la edad adulta y la segunda causa de demencia tras la enfermedad de Alzheimer.
En España, se dan 100.000 casos nuevos cada año (uno cada seis minutos) y cada 14 minutos un español muere a causa de un ictus. La repercusión en la calidad de vida de los pacientes con ictus es muy significativa (el 28.6% tienen una baja calidad de vida). Asimismo, los costes del paciente con ictus son elevados.
El ictus es susceptible de una buena prevención primaria y secundaria, pero nos encontramos con dificultades para su correcta prevención y tratamiento:
-Falta de programas de prevención.
-Falta de conocimiento por la población de los factores de riesgo vascular y de los síntomas-signos de la enfermedad.
-Falta de utilización de medidas terapéuticas.
-Falta de docencia sobre medidas preventivas en los estudios de Medicina y formación post-grado.
El ictus es una emergencia médica que precisa de un manejo multidisciplinar protocolizado y esto requiere un análisis detallado de las actuaciones, adaptando las recomendaciones científicas a las características de cada centro. Todo esto disminuye la mortalidad, la dependencia y el consumo de recursos hospitalarios.
Resulta prioritario evitar la variabilidad no deseada en la práctica clínica y resolver las barreras funcionales, avanzando en la continuidad asistencial y la coordinación entre servicios. La implicación de los profesionales y su capacidad para introducir mejoras es clave.