En un mundo globalizado e interdependiente y atravesado por diferentes tendencias de cambio (geopolíticas, políticas, económicas, sociales, tecnológicas, medioambientales, entre otras otras), los desafíos a la seguridad individual y colectiva, nacional e internacional, pública y privada, se han diversificado e incrementado de manera sustantiva.
Entre las distintas herramientas que pueden contribuir a preservar la seguridad destaca la inteligencia. En ámbitos relacionados con la seguridad la palabra inteligencia es generalmente empleada para designar cualquier información o conocimiento que sirva para detectar, comprender y anticipar amenazas y oportunidades.
El trabajo desarrollado por departamentos y unidades de inteligencia, tanto públicos como privados, comprende diversas actividades, pero tiene como componente central el análisis de inteligencia, que consiste en el procesamiento, integración e interpretación sistemáticos de información para transformarla en conocimiento que ayude a reducir incertidumbre y tomar decisiones con un fin específico.