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LA INVENCIÓN DEL ALFABETO GRIEGO

"Y por cierto que, al instalarse en la región que he citado, esos fenicios que llegaron con Cadmo - entre quienes se contaban los Gefireos- introdujeron en Grecia muy diversos conocimientos, entre los que hay que destacar el alfabeto, ya que, en mi opinión, los griegos hasta entonces no disponían de él. En un principio se trató del alfabeto que siguen utilizando todos los fenicios; pero, posteriormente, con el paso del tiempo, a la vez que introducían modificaciones en el sonido de las letras, lo hicieron también con su grafía. Por aquellas fechas, en la mayoría de las regiones, sus vecinos eran griegos de raza jonia, que fueron quienes adoptaron las letras del alfabeto, que los fenicios les habían enseñado, y las emplearon introduciendo en ellas ligeros cambios; y, al hacer uso de ellas, convinieron en darles -como, por otra parte, era de justicia, ya que habían sido fenicios quienes las habían introducido en Grecia - el nombre de 'caracteres fenicios'. Semejantemente, los jonios, desde tiempos remotos denominan 'pieles' a los rollos de papiro, dado que antaño, ante los raros que eran los rollos de papiro, utilizaban pieles de cabras y de ovejas. Y, todavía en mis días, hay muchos bárbaros que, para escribir, siguen empleando ese tipo de pieles.
Precisamente, en el santuario de Apolo Ismenio, en Tebas de Beocia, he visto con mis propios ojos, grabados sobre tres trípodes, caracteres 'cadmeos', la mayoría de los cuales son similares a los caracteres jónicos. Uno de los trípodes tiene la siguiente inscripción:
'Anfitrión me consagró de entre el botín que a los Teléboas tomara'.
Este hecho, en cuanto a su datación, podría situarse en época de Layo, hijo de Lábdaco, nieto de Polidoro y bisnieto de Cadmo.
Un segundo trípode dice en versos hexámetros:
'El pugilista Esceo, tras su victoria, me consagró -ofrenda primorosa- para honrarte, diestro arquero Apolo'.
Esceo podría tratarse del hijo de Hipocoonte (si es que realmente fue ese sujeto el oferente, y no otra persona que tuviera el mismo nombre que el hijo de Hipocoonte), que vivió en época de Edipo, hijo de Layo.
El tercer trípode dice, también en hexámetros:
'Laodamante en persona, en tiempos de su reinado, consagró un trípode - ofrenda primorosa -, para honrarte a ti, Apolo, dios de certero tino'.
Justamente durante el reinado del tal Laodamante, hijo de Eteocles, los cadmeos se vieron desalojados por los argivos, y se dirigieron al país de los enqueleos. Por su parte los Gefireos se quedaron donde estaban, pero, posteriormente, fueron obligados por los beocios a retirarse en dirección a Atenas". (Heródoto, V, 58-61).

EL BANQUETE

"Ahora, pues, limpio está el suelo y las manos de todos,
y las copas. Trenzadas coronas nos pone uno encima,
y otro presenta en un frasco el ungüento aromático.
La crátera en medio se yergue colmada de gozo.
Otro vino hay dispuesto que dicen que nunca traiciona,
dulce en los cántaros, y con perfume de flores.
En el centro su santo aroma exhala el incienso,
y hay también agua fresca, gustosa y muy clara.
Al lado hay rubios panes y se halla la mesa admirable
cargada de queso y de miel estupenda y dorada.
El altar en el medio cubierto de flores se encuentra,
y el canto y la fiesta se extienden por toda la casa.
Con que deben, primero, los hombres sensatos a Dios
celebrar con relatos piadosos y puras palabras.
Y, tras hacer libaciones y orar ser capaces de actuar
con justicia - que nada es, preferible a tal cosa-,
no hay exceso en beber cuanto puedas con tal de que llegues
sin ayuda de criado a tu casa, si no eres muy viejo.
Alaba entre todos a aquel que ha bebido y bien muestra
que su memoria y su afán la virtud de continuo persiguen,
y no se ocupa de contar las batallas de Titanes, Gigantes,
ni de Centauros tampoco - ficciones de nuestros mayores-,
sino que siempre conserva el respeto debido a los dioses". (Jenófanes de Colofón, frag. 1 D).

"Bebe y emborráchate, Melanipo, conmigo. ¿Qué piensas?
¿Que vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqueronte,
una vez ya cruzado, y de nuevo del sol la luz clara
vas a ver? Vamos, no te empeñes en tamañas porfías.
En efecto, también Sísifo, rey de los eolios, que a todos
superaba en ingenio, se jactó de escapar a la muerte.
Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
bajo la negra tierra. Conque, vamos, no te ilusiones.
Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa
gozar de todo aquello que un dios pueda ofrecernos." (Alceo de Mitilene, Frag. 73D).

"Bebamos. ¿A qué aguardar las candelas? Hay un dedo de día.
Descuelga y trae las grandes copas pintadas, en seguida.
Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus
para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos,
y llena los vasos hasta el borde, y que una copa empuje
a la otra..." (Alceo de Mitilene, frag. 96D).

LOS PLACERES DE LA VIDA EFÍMERA

"¿Qué vida, qué placer hay al margen de la áurea Afrodita?
Morirme quisiera cuando ya no me importen
el furtivo amorío y sus dulces presentes y el lecho,
las seductoras flores que da la Juventud
a hombres y mujeres. Pues más tarde acude penosa
la vejez, que a un tiempo feo y débil deja al hombre.
De continuo agobian su mente tristes presentimientos
y no disfruta ya al contemplar los rayos del sol,
entonces es odioso a los niños, y despreciable a las mujeres.
¡Tan horrible implantó la divinidad la vejez!
Nosotros, cual las hojas que cría la estación florida
de primavera, apenas se difunde a los rayos del sol,
semejantes a ellas, por breve tiempo gozamos de flores
de juventud, sin conocer por los dioses ni el mal
ni el bien. Pero al lado se presentan las Keres oscuras,
la una con el embozo de la funesta vejez,
la otra con el de la muerte. Un instante dura el fruto
de la juventud, mientras se esparce sobre la tierra el sol.
Mas apenas ha pasado esa sazón de la vida,
entonces resulta mejor estar muerto que vivo.
Muchos males entonces asaltan el ánimo. Unas veces el hogar
se arruina y vienen los duros acosos de la miseria.
Otro, en cambio, carece de hijos, y con ese ansia extrema
emprende bajo tierra su camino hacia el Hades.
A otro le apresa una angustiosa enfermedad. Ninguno
entre los hombres hay a quien Zeus no le dé muchos males.
Pero dura un tiempo muy breve, como un sueño,
la juventud preciada. Luego, amarga y deforme,
la vejez sobra nuestra cabeza está pendiente,
odiosa al par que infame, que desfigura al hombre y, envolviéndole,
daña sus ojos y su mente." (Mimnermo de Colofón, frags. 1, 2 y 4 D)

"En verdad que por igual son ricos quien tiene mucho oro,
plata y campos de tierra que siembra de trigo,
y caballos y mulos, y quien sólo se ocupa de esto:
de dar gozo a su vientre, su costado y sus pies,
y disfrutar, si la ocasión se lo ofrece, de una mujer
o un muchacho en sazón. A su tiempo todo es grato.
Ese es el colmo de ventura para el hombre. Pues nadie
con todas sus muchas riquezas se va hacia el Hades,
ni, ofreciendo rescate, se escapa a la muerte ni a duras
dolencias ni a la maldita vejez cuando ella acude." (Solón, frag. 14D).

 

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