Investigación
Cuando la pandemia evoluciona a 'infodemia'
La exposición constante a la información provoca un repunte de las noticias falsas y los bulos durante la crisis de la covid-19. En este reportaje, se nos enseña cómo reconocer la desinformación y las claves para evitar seguir difundiéndola, en especial cuando nos llega por redes sociales.
Un exceso de información supone más posibilidades para la difusión de noticias falsas y bulos | Pixabay
Dudas sobre las vacunas, comparaciones con la gripe, el uso de mascarillas, efectos del 5G, cómo prevenir infecciones, curas y remedios… La pandemia de la covid-19 y la desinformación van de la mano. Y esta última puede llegar a ser tan aterradora como la enfermedad ya que la sobreexposición a la información, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó de infodemia, es el caldo de cultivo para los procesos de desinformación: un exceso de información supone más posibilidades para la difusión de bulos.
Vivimos el momento de la normalización de estos procesos en la esfera pública y sus secuelas provocan que la sociedad tenga dificultades para encontrar fuentes fiables. En este sentido, un 63% de los españoles están preocupados por no saber discernir lo que es verdadero o falso en internet, según los datos del Digital News Report 2020, un informe que analiza 40 países dirigido por la Universidad de Oxford (Reino Unido) y cuya edición española está realizada por investigadores de la Universidad de Navarra.
En este ambiente, en el que cualquier ámbito de la vida social se ve bajo la lupa de la duda, se crea un ecosistema de desconfianza hacia los medios de comunicación, así como a dirigentes políticos y personal sanitario. Este escepticismo provoca un clima hostil en el que los bulos se disparan (el Gobierno español detectó más de un millar) y la sociedad se confunde: ¿qué es verdad y qué mentira?
Apariencia y efectos de la desinformación
La desinformación puede presentarse en forma de noticias falsas, memes, manipulación de imágenes o vídeos, bulos… Entre estos últimos, un reciente estudio de la Universidad de Navarra, liderado por el investigador y profesor Ramón Salaverría, distingue cuatro tipos: la broma, la exageración, la descontextualización y el engaño. Asimismo, propone un diagrama de gravedad de los mismos: “Los bulos son más graves, es decir, más dolosos e incluso punibles, cuanto mayor es el nivel de falsedad y de voluntariedad en su difusión”.
Sus efectos sobre la sociedad, por tanto, también son diversos. Así lo indica Julian Matthews, investigador del Laboratorio de Neurología Cognitiva de la Universidad de Monash (Australia), quien señala en un artículo de 2019 publicado en Nieman Journalism Lab que la desinformación acarrea una serie de riesgos y amenazas de distinta índole.
Para María del Carmen Erviti, investigadora del proyecto RRSSalud, el peligro tiene dos vertientes. “Por un lado, si hay gente que asume conductas de riesgo, como no usar mascarillas o tomar medicamentos que están desaconsejados, se pone en riesgo la salud de las personas. Por otra parte, la desinformación es un mal moral que se amplifica por el potencial de las redes sociales. No contribuye al progreso de la sociedad y puede ser desestabilizadora”, señala a UAM Gazette.
Raúl Magallón, investigador y coautor del artículo Infodemia y covid-19. Evolución y viralización de informaciones falsas en España, asegura a UAM Gazette que otra amenaza es la creación de una atmósfera desfavorable y de desconfianza para la ciencia y los profesionales sanitarios. En este sentido, según el III Estudio de bulos en salud: covid-19, el 74% de los trabajadores encuestados cree que el exceso de información en la red provoca que el paciente dude de su médico.
Porcentaje de los temas más comunes (en azul) y locales (en gris) de las desinformaciones sobre Covid-19 en España. | Informe Infodemia Covid-19 en Europa: un análisis visual de la desinformación, de Maldita.es
Temas de desinformación más comunes (azul) y locales (gris), en orden de creciente porcentaje: Coronavirus y gripe estacional (azul), Tecnología 5G (azul), Bill Gates (azul), Censura en whatsapp (gris), Resistencia del virus (azul), El origen artificial del virus (azul), Vacunas (azul), Mascarillas y EPI (azul), Bulos tecnológicos (gris), Curas y remedios (azul), Política (azul).
¿Por dónde llegan las noticias falsas?
La desinformación siempre ha existido y algunos momentos de mayor auge son, sobre todo, los procesos electorales o conflictos políticos. Desde España o Reino Unido hasta Brasil, Estados Unidos, el proceso del Brexit o Cataluña. Magallón recalca que en situaciones confusas la circulación de noticias falsas aumenta. “En periodos de alta intensidad informativa y acontecimientos imprevistos de duración indeterminada la ciudadanía necesita con mayor urgencia ampliar sus datos y detalles sobre los hechos narrados en las noticias”, remarca a UAM Gazette. No obstante, según la web MIT Technology Review esta situación es “la primera verdadera infodemia de redes sociales”. Televisión, prensa online, radio, redes sociales... y también WhatsApp. Con el desarrollo de la tecnología, el llamado quinto poder toma ventaja.
En este sentido, según las cifras del Digital News Report 2020, las redes sociales (75%) y los medios de comunicación (74%) fueron las vías de información de los españoles durante los primeros meses de la pandemia. Atendiendo a los mismos datos, un 31% de los españoles considera que los medios sociales (Facebook, Twitter o YouTube, entre otros) son los principales canales de propagación de la desinformación. Le siguen los sitios web con un 25% y las aplicaciones de mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram, Facebook Messenger...) con un 20%.
Son estas últimas, no obstante, las que por sus características suponen un terreno fértil para la desinformación. Como recalca el Estudio exploratorio de los bulos difundidos por WhatsApp en España para prevenir o curar la covid-19, “se convierten en un medio de diseminación de mensajes muy nocivos que podrían poner en riesgo a la población o agravar la situación de las personas que están en sus primeros estadios”.
Vacunas contra la desinformación
La carrera para encontrar la vacuna contra el coronavirus parece ir avanzando pero, en lo que respecta a la desinformación, no existe una inmunización instantánea. Aun así, diversas organizaciones de verificación han dado algunas claves para, al menos, disminuir su difusión. Su papel durante los primeros meses de la crisis sanitaria fue clave, a ojos de Magallón: “¿Qué hubiera pasado sin ese trabajo de comprobación de contenidos que circulan principalmente ‘por debajo del radar’ de los medios de comunicación? Más importante que aportar información novedosa fue detener la información y contenidos falsos que circulaban”, señala a UAM Gazette.
Imagen de sensibilización ante la difusión de bulos | Maldita.es
Qué hacer si recibes un BULO: paso 1, recibes algo que te huele raro; paso 2, ¡No lo compartas! Entra en nuestro buscador de bulos (buscador.maldita.es); opción A, ¿No figura? Mándanoslo a nuestro Whatsapp (655 19 85 38) o Instagram, Twitter, Facebook y quédate pendiente de maldita.es para nuestro desmentido; opción B, ¿Está desmentido?; paso 3, Comparte el desmentido con quien te lo mandó. #ViralizaLaVerdad. Juntos y juntas es mucho más difícil que nos la cuelen.
Es el caso de iniciativas tanto de medios de comunicación tradicionales como de plataformas como Newtral, Maldita.es o Salud sin Bulos. Estos medios o proyectos no solo realizan una labor de comprobación de noticias y mensajes sobre la covid-19, sino que también ofrecen herramientas para desmontar los bulos y teorías relacionados: desde consejos para hablar con una persona que los difunde hasta claves para luchar contra las llamadas fake news. A rasgos generales, los cinco pasos que promulgan son: comprobar si la información cita fuentes, encontrar la primera fecha de publicación, preguntarnos quién la firma, identificar los perfiles falsos y no compartir compulsivamente todo lo que nos llegue.
A ellos se suman las campañas de instituciones como la Comisión Europea, la Organización de Naciones Unidas (ONU) o la OMS, que ha elaborado una serie de consejos relacionados con la covid-19, así como una guía para señalar información errónea en diferentes plataformas.
En este panorama, la alfabetización mediática se torna esencial según los expertos. “Cada vez tomamos más distancia y precaución respecto a lo que leemos. Vamos aprendiendo a manejar la información que nos llega, sobre todo si la recibimos a través de las redes sociales, y lo más eficaz es que cada uno tengamos criterios y recursos para no dar por bueno un bulo y contribuir a difundirlo”, sentencia Erviti a UAM Gazette.
Un desafío comunicativo que necesita de fórmulas efectivas para frenar su propagación: desde redefinir nuestra relación con la información y la tecnología hasta adquirir herramientas para discernir la desinformación.
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Inmaculada Montes es graduada en Periodismo (Universidad de Málaga), Máster en Política y Democracia (UNED) y formación en Unión Europea por el Ministerio de Asuntos Exteriores (Escuela Diplomática). Ha trabajado como periodista en medios como El Mundo, Málaga Hoy o Movistar+. Actualmente es estudiante de posgrado en el Título de Experto en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia de la UAM.