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Beatriz Cubelos, a los universitarios: “Para y reflexiona, que la vida no te arrolle”

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Beatriz Cubelos, a los universitarios: “Para y reflexiona, que la vida no te arrolle”

Beatriz Cubelos es doctora en Biociencias Moleculares y docente en la Universidad Autónoma de Madrid. Lleva 10 años estudiando enfermedades de la mielina como la esclerosis múltiple.

14/07/2023
Fotografía de tres cuartos de la entrevistada con dos alumnos, una chica y un chico a su izquierda apoyados en una mesa de laboratorio.

Beatriz Cubelos Álvarez (izquierda), investigadora titular en el CBM Severo Ochoa (CSIC-UAM) y docente en el departamento de Biociencias Moleculares de la UAM, con dos estudiantes de tesis doctoral de su equipo de investigación / Imagen cedida por la entrevistada

Esta farmacéutica de origen leonés llegó a Madrid con 12 años, y su constante curiosidad y amor por el saber le llevaron a encontrar en la neurociencia, su pasión. Tanto es así, que ya no se imagina a sí misma sin ella. “Tiene complejidad y belleza. ¡Me parece tan sorprendente!”.

Beatriz Cubelos responde segura al preguntarle sobre las satisfacciones que le aporta su profesión: “Disfruto mucho mi trabajo, investigando y dando clase. Yo creo que se me nota, porque me lo paso muy bien”. Lo dice con convicción y entusiasmo, con un brillo especial en los ojos. Sobre todo, cuando menciona a sus estudiantes.

“Me gusta mucho descubrirles las caras cuando por fin entienden algo. Si consigo transmitirles la pasión y el amor hacia el saber, está todo ganado”.

Aun así, la investigadora no duda en recalcar las muchas dificultades de esta profesión, entre las que destaca la enorme inestabilidad laboral, las oportunidades tardías y la falta de recursos económicos. Y no solo para financiar los proyectos. “No puedes contratar a los estudiantes para hacer la tesis y tampoco mantenerlos cuando ya están formados, es muy duro y frustrante”. Lamenta haberse visto obligada a perder a personas muy válidas y cualificadas por el camino.

No puedes contratar a los estudiantes para hacer la tesis y tampoco mantenerlos cuando ya están formados. Es muy duro y frustrante.

En busca de la tecla

A pesar de las dificultades, Cubelos lidera un equipo que centra su investigación en los oligodendrocitos, células nerviosas que sintetizan la mielina; sustancia esencial para el correcto funcionamiento de las señales nerviosas en nuestro sistema nervioso central. Enfermedades como la esclerosis múltiple, que afecta a unos 2’5 millones de personas en el mundo, se producen por falta de mielina.

En estas patologías, estos oligodendrocitos parecen “quedarse atascados en los progenitores”. Es decir, no llegan a la madurez y son incapaces de producir mielina. Aún se desconoce el motivo, pero el equipo de Cubelos ya tiene candidatos e hipótesis. “Nuestro objetivo es diferenciar adecuadamente estas células para que sean capaces de producir mielina, salvando así el problema que existe cuando hay una patología”.

Poniendo todas estas enfermedades en el mismo saco, el 75% de los pacientes son mujeres. En la esclerosis múltiple en concreto, el número de personas diagnosticadas ha aumentado un 22% en los últimos 7 años. “El hecho de que este tipo de enfermedades aún no tengan cura significa que no estamos dando con la tecla apropiada”.

Por eso, la investigadora recalca la gran importancia de encontrar un modelo de ratón que reproduzca la pérdida de mielina para poder estudiar estas enfermedades adecuadamente. “Mi grupo ha identificado elementos claves en la maduración de los oligodendrocitos”, destaca.

Si la ciencia no llega, los recursos tampoco

Estos prometedores resultados llegan tras muchos años de esfuerzo e investigación que necesitan de grandes inversiones. La investigadora resalta: “Cuando se trata de ciencia, y en especial de la búsqueda de tratamientos, es esencial trasmitir a la sociedad que esto es un valor que tiene una enorme importancia tanto económica como social”. Porque, tal y como enfatiza la neurocientífica, este tipo de enfermedades deterioran paulatinamente a los pacientes, con el enorme coste en medicación, cuidados y sufrimiento humano que eso conlleva.

Pero para conseguir estos recursos se necesita llegar al público menos especializado, y no es sencillo. “En mi grupo somos científicos, no divulgadores. Nos vendemos muy mal. Por eso es tan importante la divulgación científica”. Además, para cualquier investigador o investigadora, el tiempo es oro e invertirlo en comunicar su proyecto implica renunciar a estar en el laboratorio. Cubelos califica la labor de los comunicadores científicos y divulgadores como esencial, y añade: “Empiezo a pensar que necesitamos un divulgador pegadito, como si fuese un traductor, porque no estamos llegando a la sociedad”.

Nos vendemos muy mal. Por eso es tan importante la divulgación científica

Equivocarse también es un resultado

Al oírle hablar sobre su trabajo, podría suponerse que ha llegado hasta aquí gracias a una clara vocación científica. Pero lo niega. Está convencida de que, si hubiera estudiado otra cosa, también le habría resultado fascinante. “Lo que he sido y soy es muy curiosa. Me gusta mucho estudiar y todo me parece chulísimo”.

Este incansable espíritu curioso ha sido su verdadero motor. “Creo que soy cualquier cosa menos pasota”, añade tras reflexionar unos segundos.

Sin embargo, esta curiosidad no siempre facilita las cosas, sobre todo cuando eres estudiante universitario y comienzas a definir tu camino profesional. Ella lo sabe bien, no solo por experiencia propia, también por lo que ve en sus alumnos año tras año. Estudiantes  brillantes que se presionan demasiado e intentan hacer malabares con demasiadas pelotas a la vez. “Les insto a que pongan estas pelotas en el suelo y decidan con qué pelota quieren jugar. Que decidan por qué idea quieren luchar realmente”.

Con preocupación, habla de cómo estudiantes excepcionales llegan a sus tutorías sufriendo por no llegar a la perfección. Opina que en el mundo académico “se está generando un sufrimiento extremo, nos estamos volviendo locos”. Ella les recuerda que “no necesitan tener un 10, no es tan importante”. Y, sobre todo, les anima a equivocarse, porque saber lo que no funciona también es un resultado, como en el laboratorio. “Elijas lo que elijas, la puedes pifiar, ¡faltaría más!”. Les insiste en que decidan libremente y en que nada es tan irreversible como creen. “Para y reflexiona, que la vida no te arrolle porque, jolín, es tu vida. ¡Vívela tú!”.

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Beatriz López Muñoz es graduada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid. Durante su trayectoria académica, ha colaborado en investigaciones de carácter tanto biomolecular como ambiental en The Wenner-Gren Institute de la Universidad de Estocolmo y en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid-CSIC, respectivamente. Ahora se encuentra cursando el título de Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.