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“A pesar de más tres décadas de trabajo, la lingüística forense no goza en España del reconocimiento que tiene en otros países”

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“A pesar de más tres décadas de trabajo, la lingüística forense no goza en España del reconocimiento que tiene en otros países”

El 20 y 21 de octubre de 2022 se celebrarán en la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM las VI Jornadas (In)formativas de Lingüística Forense. Y para conocer un poco más sobre esta disciplina, Fernando Escribano entrevista a Irene Hidalgo de la Guía, que fue profesora asociada del Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM y que actualmente es colaboradora del Grupo Académico Lingüística Forense (ILFE).

21/07/2022Fernando Escribano Martín
Fotografía de Irene Hidalgo de la Guía, profesora asociada hasta el curso 2021/22 del Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM y colaboradora del Grupo Académico Lingüística Forense (ILFE).

Irene Hidalgo de la Guía, profesora asociada hasta el curso 2021/22 del Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM y colaboradora del Grupo Académico Lingüística Forense (ILFE) / UAM

No existe una definición consensuada que explique exactamente qué es la Lingüística Forense (LF). De forma genérica, es definida por la Asociación Internacional de Lingüísticas Forenses (IAFL) como la interfaz entre lengua y derecho. Así trata de explicar qué es la LF el Grupo Académico Lingüística Forense (ILFE), que ofrece informes periciales, cursos y jornadas sobre esta disciplina de nueva creación en España, pero de trayectoria mucho más amplia en el mundo anglosajón.

Sheila Queralt, autora de “Atrapados por la lengua. 50 casos resueltos por la lingüística forense” (Larousse, 2021), habla también de esa interfaz entre lengua y derecho, y señala su utilidad a la hora de identificar distintos tipos y modos de plagio, o para identificar a una persona en función de sus escritos. Y no hablamos de la grafología, sino de que nuestro modo de utilizar el lenguaje es único y personal, y por lo tanto rastreable e identificable en cualquier formato que utilicemos. Imagínense lo que significa esto en el mundo de las redes sociales.

Queralt lo identifica así: “La lingüística forense es la ciencia que se encarga de analizar el lenguaje, ya sea escrito, u oral, para portarlo como una prueba judicial, por ejemplo en un proceso policial, en una investigación privada o a requerimiento de un juez”.

Las posibilidades que abre esta rama de la Lingüística son muchas y a uno se le vienen a la cabeza posibilidades cinematográficas que efectivamente estarían relacionadas con el mundo anglosajón, pero hablamos de ciencia, en un sentido muy amplio, y reuniendo distintas disciplinas y enfoques, de modo que las posibilidades son muchas.

Y de todo ello hemos hablado con Irene Hidalgo de la Guía, profesora asociada hasta el curso 2021/22 del Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM y colaboradora del ILFE.

Entre los objetivos de este grupo académico está la difusión de la lingüística forense en el ámbito académico español por medio de las jornadas cuya sexta edición se celebran en octubre. ¿Cuál es la importancia de estas jornadas y quién participa en ellas?

Como bien has comentado anteriormente, la aplicación forense de la Lingüística aún hoy es poco conocida en España, sobre todo entre los alumnos de grados como Estudios Hispánicos, Logopedia o Traducción e Interpretación, por mencionar algunos. La mayoría de las estudiantes de estos grados conoce las aplicaciones más “clásicas” de las carreras universitarias que cursan y cuando descubren que existen otras formas de poner en práctica sus conocimientos teóricos, como sería el caso de la aplicación forense, se sorprenden y entusiasman por igual.

En la mayoría de los casos, es a través de estas jornadas como descubren esta disciplina por primera vez y como comienzan su autoformación; porque, sí, no existe ningún máster de LF en estos momentos en España, y aquel que quiere especializarse sin salir del país debe hacerlo mediante la autoformación. Pese a ello, hay muchas opciones, la mayoría impulsadas desde la UAM: cursos de corta duración de atribución de autoría, de identificación de locutores, las jornadas (in)formativas que se llevan celebrando cada dos años desde el 2010, etc.

Esta oferta de especialización la promueve el Grupo ILFE, en concreto, Elena Garayzábal, que es profesora titular del Departamento de Lingüística General de la UAM y tiene una larga trayectoria en periciales lingüísticas. A través de ella es como conocí esta disciplina y por ello ahora soy colaboradora del Grupo ILFE. Por lo tanto, y regresando a la pregunta, la celebración de las jornadas sobre LF en la universidad es sumamente importante para difundir qué otras vías de formación y laborales tienen los grados de humanidades y, sobre todo, para informar y formar –de ahí lo de “(in)formativas”¬– a nuestros estudiantes.

En cuanto a quién participa en ellas, es importante destacar que en todas las ediciones han participado figuras muy relevantes del ámbito de la LF a nivel internacional y nacional. Entre los ponentes internacionales hemos tenido a: James R. Fitzgerald, exagente del FBI, conocido sobre todo por su crucial papel en el caso del Unabomber (Theodore John Kaczynski); Krzysztof Kredens, reconocido lingüista forense de Reino Unido; Malcolm Coulthard, lingüista forense relevante, también de Reino Unido (Universidad Aston) y experto en atribución de autoría; entre otros.

Y, por supuesto, también han participado expertos del panorama nacional, como Juana Gil, fonetista de reconocido prestigio en nuestro país; Miriam Jiménez Bernal, experta en traducción de documentos legales; Mercedes Reigosa, miembro cofundador del Grupo ILFE y ex-policía nacional con más de 20 años de experiencia en la Policía Científica; Jordi Cicres, fonetista especializado en identificación de locutores; la ya mencionada Sheila Queralt, entre otros muchos.

En todas las ediciones se equilibran los perfiles de especialización de los participantes: expertos en acústica, en ingeniería, en derecho, policías, lingüistas, psicólogos, fonetistas, etc. De esta forma se consigue abarcar la multidisciplinariedad que implica la LF. En las jornadas también se imparten talleres prácticos, puesto que esta disciplina es, además, muy práctica.

En las jornadas de este año tenemos el honor de contar con Andrea Nini, de la Universidad de Manchester; Rui Sousa, de la Universidad de Oporto; Juan A. Latorre y Marianela Trinidad, ambos de la Universidad Complutense de Madrid; Daniel Palacios, de la Universidad Rey Juan Carlos, entre otros muchos. Van a ser unas jornadas intensivas, como todas las ediciones, pero, esperamos, muy enriquecedoras. 

¿Qué aplicaciones jurídicas o procesales tiene esta disciplina? ¿Es frecuente su utilización en un juicio?

Las aplicaciones se pueden dividir en tres: el lenguaje judicial, el lenguaje jurídico y el lenguaje probatorio o evidencial. La primera se refiere al análisis del discurso de todos los que participan en un proceso jurídico: abogados, traductores, policías, etc.; se analiza las posibles interpretaciones o manipulaciones que pueden esconder las intervenciones de los participantes en un proceso jurídico.

La segunda aplicación tiene que ver con el lenguaje jurídico, es decir, con el análisis de los textos escritos en la lengua jurídica de especialidad: interpretación y adecuación de los documentos legales (¿cuántos de nosotros hemos comprendido a la primera una convocatoria del BOE?).

Y la tercera aplicación, la más extensa, es la que se relaciona con el análisis del lenguaje cuando este constituye una prueba en una investigación, una evidencia: atribución de autoría, detección de plagio, descripción de perfiles, cotejo de voces, identificación de locutores, etc.

En relación con la segunda pregunta, no siempre se requiere la participación de un lingüista forense porque no siempre existen pruebas o materiales en la investigación con una naturaleza lingüística que deba ser analizada. En España suele ser habitual que se requiera de los servicios de un lingüista forense de forma privada o por medio de una de las partes implicadas en un caso. Puede ser el abogado el que solicita alguna pericial lingüística con el fin de reunir más pruebas; o el juez.

A veces se recurre al lingüista forense de forma particular con el fin de detectar si, por ejemplo, se está produciendo un verdadero abuso verbal y en ese caso se procede a interponer una denuncia, o si una determinada llamada o mensaje amenazantes pueden ser considerados realmente una amenaza, entre otros. En España cada vez es más común encontrar la figura del lingüista forense en los juicios. 

Las repercusiones procesales de una pericial lingüística dependerán de cada caso. Por lo general, la contribución del perito no suele ser determinante en el dictamen o resolución de un caso. Esto se debe en parte a que en la actualidad aún no disponemos de una regulación de las pruebas y por ello se está trabajando mucho por homogeneizar los métodos empleados en este campo para que sean aceptados en el tribunal. Es esencial señalar que lo que se hace desde la LF es ciencia y que lo que se presenta ante un tribunal debe estar sólidamente fundamentado.

¿Qué preparación debe o puede tener un lingüista forense? ¿Dónde puede adquirirla?

Ante todo, un lingüista forense debe ser un experto en lenguaje, es decir, debe ser lingüista, filólogo o traductor. Lamentablemente hay por ahí “expertos” en LF que carecen de la especialización que fundamenta esta especialidad y que se atreven incluso a ofrecer cursos sobre esta materia cuyos contenidos lingüísticos dejan mucho que desear. No se puede realizar un perfil lingüístico, por ejemplo, si se desconoce cómo es nuestra lengua y qué refleja la particular forma de combinar las palabras al expresarnos. Solo alguien que sabe cómo es nuestro código lingüístico y qué lo hace variar puede ir más allá y desentrañar de un texto algunos rasgos de su autor, como su sexo, su edad, su nivel sociocultural, su procedencia geográfica, etc.

Lo mismo sucede con las pruebas orales, alguien que no tiene una sólida formación en fonética, y especialmente en fonética acústica, difícilmente podrá analizar y explorar todas las pistas que esconde una voz. La individual forma de articular una /s/, las inflexiones tonales, el timbre de voz, entre otros, son fenómenos que podrían identificar a un hablante y que pueden medirse y cuantificarse, pero solo si se tiene la formación específica necesaria. 

Dicho esto, y por no extenderme demasiado, el lingüista forense debe ser lingüista o filólogo, antes que nada, y debe ser hablante nativo de la lengua con la que trabajará. Después, debe formarse en esta disciplina, bien de manera autodidacta y cursando las ofertas académicas que se ofrecen desde universidades como la UAM, bien realizando un posgrado, asistiendo a congresos, mediante la consulta de manuales sobre la materia, o bien a través de másteres y formaciones específicas fuera de España.

La formación específica en LF abarca varias áreas de conocimiento, desde la jurídica hasta la estadística pasando por la ingeniería. Todo depende, eso sí, del área de especialización que se persiga dentro de la propia LF. Es recomendable para estar siempre actualizado pertenecer a la International Association of Forensic Phonetics and Acoustics (IAFPA) o a la International Association of Forensic Linguists  (IAFL), en función de la especialidad.

¿A qué se debe su mayor desarrollo en el ámbito anglosajón? ¿En qué situación está España al respecto?

En respuesta a la primera pregunta, se debe principalmente a que el surgimiento de la LF coincide con la publicación de un análisis lingüístico que realizó el lingüista Jan Svartvik en 1968 de las declaraciones del caso Evans, sucedido en Londres veinte años antes. En este documento se incluye por primera vez el término “forensic linguistic” y se demuestra que el análisis lingüístico puede llegar a detectar una manipulación o una declaración falsa. Desde ese momento la LF no ha dejado de evolucionar, sobre todo a partir de los años 90 con la fundación de las ya mencionadas IAFPA e IAFL.

En países anglosajones el lingüista forense se considera una figura a la par de otras imprescindibles en el entorno judicial: abogados, fiscales, jueces, etc. En la tradición anglosajona se trabaja de forma constante en la creación de bases de datos y de corpus lingüísticos con pruebas de casos reales con el fin de mejorar la práctica forense —pensemos en la importancia de esto en la captación precoz de ciberdelincuentes (Garayzábal e Hidalgo de la Guía, 2020) o en la identificación cada vez más precisa de sospechosos a partir de sus rasgos lingüísticos en casos de chantajes, por mencionar algunos ejemplos—. Este interés por mejorar la práctica de la LF  no se encuentra a día de hoy en países hispanohablantes como España, donde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad por cuestiones legislativas garantistas destruyen cierto tipo de datos.

Podríamos decir que en España la LF nació en 1987, con la creación del laboratorio de acústica forense de la Policía Científica. Hace ya más de 30 años de aquello y esta disciplina ha evolucionado bastante, aunque hay que reconocer que aún no goza del reconocimiento que presenta en otros países. Para explicar cuáles son algunos de los motivos de esto reproduciré unas palabras de Garayzábal, Queralt y Reigosa (2019, p. 14):

En primer lugar, el desconocimiento de esta disciplina y de sus aplicaciones específicas en el ámbito judicial. En segundo lugar, la escasez de expertos en esta materia. En tercer lugar, el intrusismo del que no se libra este ámbito (…). En cuarto lugar, es innegable la nebulosa que envuelve legislativamente a la figura del perito lingüista.

Se puede contribuir a que la LF sea cada vez más reconocida en España mediante la divulgación en jornadas, congresos, entrevistas como esta o a través de diferentes vías de difusión en entornos universitarios. 

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Referencias bibliográficas:

Garayzábal, E., Hidalgo de la Guía, I. 2020. Detección de depredadores sexuales en los chats y la captación de menores: el papel de la lingüística forense. Tonos Digital 39: 1-46.

Garayzábal, E., Queralt, S., Reigosa, M. 2019. Fundamentos de la lingüística forense. Síntesis.

Queralt, S. 2021. Atrapados por la lengua. 50 casos resueltos por la lingüística forense. Larousse.

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Fernando Escribano Martín es doctor en Historia por la Universidad  Autónoma de Madrid y la  Università degli Studi di Roma La Sapienza. Actualmente es profesor de Historia Antigua en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, y cursa el Título de Experto en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia de la UAM.

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