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El amor a primera vista por unos escarabajos que lleva a una entomóloga a descifrar la historia del planeta

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El amor a primera vista por unos escarabajos que lleva a una entomóloga a descifrar la historia del planeta

La combinación de cuatro letras, ACTG, es la base del código genético que determina las características de los seres vivos. Paloma Mas Peinado, experta en escarabajos tenebriónidos, estudia la historia evolutiva de estos insectos mediante estos cuatro nucleótidos que conforman el ADN (Adenina, Citosina, Timina y Guanina). Estas relaciones evolutivas nos revelan “cómo ha influido la geología, la climatología, y la aparición y desaparición de barreras geográficas en la distribución de las especies”, según la entomóloga.

20/01/2022Margarita Florencio
Fotografía de Paloma Mas Peinado junto a un lagarto del desierto en Qatar.

Paloma Mas Peinado, junto a un lagarto del desierto (Uromastyx aegyptia) en Qatar, capturando escarabajos para su investigación predoctoral / Aitor Valdeón

Paloma Mas Peinado nos recibe con una sonrisa de satisfacción por haber finalizado la carrera de fondo que ha supuesto su tesis doctoral. Ha desarrollado su doctorado con un contrato predoctoral del Ministerio de Ciencia e Innovación, en el departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Uno de sus directores, Mario García París, la define como “siempre entusiasmada y sin miedo a involucrarse en las tareas más complejas”. De hecho, en mitad de la pandemia, decidió realizar una estancia predoctoral en el Institut des Sciences de l'Evolution de Montpellier, Francia, cuando allí se declaraban distintos grados de confinamiento. Una estancia que ella revela como muy inspiradora para su futuro profesional.

Ella se declara una luchadora, una madre que estudia la biodiversidad a la que le encantaría seguir en investigación. “Aquí seguiremos luchando con optimismo por conseguirlo”, asegura. Para ello, Paloma reconoce que tiene que romper la tendencia de la doble tijera que pone de manifiesto el informe de mujeres investigadoras del CSIC (2021), donde los hombres son los que alcanzan los grandes cargos y las mujeres van dejando la carrera investigadora a lo largo de ese proceso.

Fascinada desde niña por unos escarabajos que veía en las dunas de la playa, terminó por adentrarse en el mundo de los escarabajos tenebriónidos durante su tesis. Con gran pasión, cuenta que se ha centrado en dos géneros de escarabajos no voladores, Pimelia y Misolampus. Se ríe mientras comenta: “Con Pimelia fue amor a primera vista, pero a Misolampus también le quiero”. Todos estos años ha recorrido la cuenca Mediterránea occidental en busca de estos escarabajos, incluyendo grandes desiertos, desde el Rif, y el medio y alto Atlas en Marruecos, hasta Qatar.

La combinación de cuatro letras ACTG (Adenina, Citosina, Timina y Guanina) determina la información genética que constituye los seres vivos. A través de la extracción de estos genes (nucleares y mitocondriales), Paloma Mas Peinado establece las relaciones evolutivas entre las especies; son la clave con la que estos escarabajos nos cuentan su historia evolutiva. “Al ser insectos no voladores, nos permite conocer cómo ha influido la geología, la climatología, y la aparición y desaparición de barreras en la distribución de estas especies. Por ejemplo, la aparición de la cuenca de un río que antes no estaba”, afirma la bióloga.

    

Fotografías de las especies de escarabajo del estudio.

Especies objeto de estudio: A) Pimelia arabica y B) Misolampus scabricollis / Paloma Mas Peinado - Mario García París

  

Reconstruir las relaciones evolutivas

Para establecer las relaciones evolutivas hay que analizar las diferencias genéticas que existen a lo largo de la distribución de las especies. Los escarabajos del género Misolampus presentan una distribución entre Marruecos, la península ibérica y Argelia. Las especies de Pimelia presentan una distribución mucho más amplia, que engloba Asia, Europa y el norte de África. “Ahora pienso que fue una decisión masoca, sobre todo con Pimelia que pensé: “aquí hay mucho trabajo””, recuerda la investigadora riéndose.

El estrecho de Gibraltar es una barrera de 14 km insalvable para muchas especies terrestres. La ausencia de formas voladoras en Pimelia y Misolampus provoca que estas especies estén limitadas en su capacidad de dispersión a la aparición de puentes terrestres (por ejemplo, islas o penínsulas volcánicas que luego desaparecen). Sin embargo, el estudio de las relaciones evolutivas de Pimelia ha sugerido además que eventos catastróficos, como el terremoto de Lisboa de 1755, que hizo que Cádiz se sumergiera bajo el mar, pudo haber influido en la presencia de Pimelia a ambos lados del Estrecho. La científica comenta que “este puente para cruzar el Estrecho parece haber sido el traslado eventual de masas de vegetación con gran cantidad de escarabajos” durante temporales, incluido el tsunami que impactó en Cádiz.

Pero para poder llegar a estas conclusiones, la investigadora ha tenido que reconstruir el puzle de cada conjunto de especies del género Pimelia. Para ello, se ha sumergido en la bibliografía histórica de un género que lleva estudiándose desde 1775, lo que define como bastante complejo. “Incluso se dice en la comunidad científica que un reconocido taxónomo, Kwieton, terminó internado en un sanatorio porque perdió la paciencia, y tiró toda su colección al río”, relata, afirmando que es difícil encontrar una historia escrita sobre esta desdicha.

“Saber lo que ha pasado a lo largo de los 35 millones de años de historia que llevan en nuestro planeta es muy interesante”, afirma. Estas especies tienen representantes en dos ecosistemas muy diferentes, como son los bosques y los desiertos. “Es probable que estos resultados se puedan extrapolar a otros insectos no voladores ligados a estos dos ecosistemas tan diferentes”, baraja.

Contribuyen al bienestar de la sociedad

“Sin duda, estas especies aportan un beneficio para la sociedad”, subraya. Los escarabajos tenebriónidos son detritívoros (se alimentan de la materia orgánica en descomposición), un engranaje fundamental en las redes tróficas que, en última instancia, permite nuestro bienestar. Sin especies detritívoras los microorganismos no podrían fertilizar del suelo, algo que es esencial, por ejemplo, para que se formen los pastos de los que se alimenta el ganado.

“Cuando falte una pieza del gran puzle de las cadenas tróficas va a tener una influencia directa en nosotros”, afirma. “Hasta que no lo veamos delante no reaccionaremos. La sociedad necesita entender por qué hay que conservar estas especies”, añade. El amor por estos pequeños escarabajos es el motor que impulsa el buen funcionamiento de los ecosistemas, una fuente de recursos naturales que salvaguarda el estado del bienestar.  

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Margarita Florencio es profesora e investigadora del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Sus investigaciones se centran principalmente en la conservación de las lagunas temporales, las invasiones biológicas y la biología de islas. Actualmente cursa el Título de Experto en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.

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