Investigación
Asocian el sesgo de “saltar a conclusiones” con menor flexibilidad cognitiva
Un trabajo de la Universidad Autónoma de Madrid revela que la flexibilidad cognitiva, y no la personalidad, explica por qué algunas personas se precipitan en sus decisiones sin reunir suficiente información. El estudio, publicado en "Behavioral Sciences", identifica tres perfiles cognitivos y destaca el papel adaptativo de la flexibilidad ante la incertidumbre.
Tarea de toma de decisiones basada en evidencia y patrones de comportamiento. A la izquierda, una ilustración de la tarea en la que los participantes abren cajas para recolectar evidencia sobre cuál figura (gato, perro o pato) predomina antes de tomar una decisión. A la derecha, un gráfico de cajas muestra la cantidad de cajas abiertas bajo tres condiciones experimentales (BT-1, BT-2 y BT-3) según tres grupos de comportamiento: mínimo, moderado y extensivo en la recolección de evidencia. Se observa que los participantes del Cluster 3 (extensivo, en verde) abren más cajas que los otros grupos, especialmente en la condición BT-3/ Shih
¿Por qué algunas personas toman decisiones apresuradas sin reunir suficiente información? ¿Qué mecanismos cognitivos intervienen en esos juicios prematuros? Un estudio reciente, liderado por un equipo multidisciplinar de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha abordado estas preguntas para explorar el sesgo conocido como jumping to conclusions (JTC), o “saltar a conclusiones”, en contextos de incertidumbre.
El trabajo, publicado en la revista Behavioral Sciences, combina tareas experimentales con análisis de personalidad para identificar distintos perfiles de toma de decisiones. En total, participaron 200 estudiantes universitarios que completaron pruebas diseñadas para evaluar su estilo decisional, su capacidad de control cognitivo y rasgos de personalidad relacionados con la aversión al riesgo o la búsqueda de recompensa.
Tres perfiles con una diferencia clave
Los investigadores identificaron tres perfiles distintos de comportamiento en la toma de decisiones bajo incertidumbre, en función de la cantidad de información que los participantes reunían antes de decidir:
- Recolectores mínimos de evidencia (11,4 %): tomaban decisiones rápidas con muy poca información, evidenciando el sesgo JTC.
- Recolectores moderados (11,9 %): equilibraban entre velocidad y cautela.
- Recolectores extensivos (71,5 %): recopilaban la mayor cantidad posible de información antes de decidir, mostrando un estilo más reflexivo.
La variable que mejor explicó estas diferencias fue la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad para adaptarse a nueva información en escenarios cambiantes. Este rasgo, medido mediante tareas específicas, permitió predecir con mayor precisión a qué grupo pertenecía cada participante. En cambio, la estabilidad cognitiva —la habilidad para mantener el foco en los objetivos— no mostró sensibilidad al nivel de incertidumbre de las tareas.
“Los individuos con mayor flexibilidad cognitiva se ajustan mejor a contextos inciertos y tienden menos a tomar decisiones impulsivas. Esto sugiere que la capacidad de adaptación, más que la rigidez o la impulsividad, determina cómo enfrentamos la falta de certezas”, explican los autores.
No es cuestión de personalidad
A diferencia de lo que proponen algunas teorías clásicas, los rasgos de personalidad evaluados mediante el modelo BIS/BAS (aversión al castigo y búsqueda de recompensa) no mostraron una relación significativa con el sesgo JTC. Esto indica que, al menos en contextos neutrales —sin recompensas ni consecuencias claras—, los procesos cognitivos tienen un mayor peso que las disposiciones motivacionales.
En suma, el estudio destaca que comprender los mecanismos que subyacen al sesgo JTC tiene importantes implicaciones para el desarrollo de intervenciones personalizadas. Estas podrían beneficiar a personas con estilos de toma de decisiones más impulsivos —como quienes padecen trastornos de ansiedad, adicciones o conductas de riesgo— mediante programas de entrenamiento en funciones ejecutivas, en particular la flexibilidad cognitiva.
Por último, los autores sugieren seguir investigando cómo influyen factores afectivos como las emociones y las recompensas en la toma de decisiones cotidianas. “Las decisiones reales no se toman en laboratorios neutros, sino en contextos cargados de afecto e intereses. Entender cómo interactúan la cognición y la emoción será clave para diseñar estrategias más eficaces de intervención”, concluyen.
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Referencia bibliográfica:
Shih, P.-C., Pérez-Santiago, A., Peña, D., Wazne, D., & Román, S. (2025). “Jumping to Conclusions: Mechanisms of Cognitive Control in Decision-Making Under Uncertainty”. Behavioral Sciences, 15(2), 226. https://doi.org/10.3390/bs15020226
Más información: UAM Gazette