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La actividad física reduce la mortalidad asociada a malos patrones de sueño en adultos mayores
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el IMDEA-Food revelan que dormir poco o en exceso durante la noche, así como tomar siestas prolongadas de más de una hora, se relaciona con un mayor riesgo de muerte en personas mayores, pero sólo en aquellos que no realizan suficiente actividad física. El estudio, que analizó datos de más de 5.600 adultos mayores durante nueve años, refuerza la importancia de un estilo de vida activo para un envejecimiento saludable.
Tanto dormir poco como dormir en exceso durante la noche se asocian con un mayor riesgo de mortalidad
Un estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA-Food), ha revelado cómo los patrones de sueño y la actividad física se asocian con la mortalidad en adultos mayores.
El trabajo, titulado "Asociaciones entre el sueño nocturno, las siestas diurnas y la actividad física con la mortalidad por todas las causas en adultos mayores", analizó datos de más de 5.600 participantes de las cohortes Seniors-ENRICA, con un seguimiento medio de más de 9 años.
Los investigadores identificaron que tanto dormir poco (menos de 7 horas) como dormir en exceso (más de 8 horas) durante la noche se asocian con un mayor riesgo de mortalidad. Un efecto similar se detectó en quienes tomaban siestas prolongadas (más de 60 minutos). Sin embargo, estas relaciones solo se observaron en personas que no cumplían con las recomendaciones de actividad física.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos mayores realicen al menos 150 minutos de actividad física moderada, 75 minutos de actividad física vigorosa, o una combinación equivalente cada semana. En aquellos participantes que alcanzaban estos niveles, no se identificó una relación entre las horas de sueño o la duración de las siestas y el riesgo de muerte.
“El hallazgo más importante de nuestro estudio es que la actividad física regular puede contrarrestar o incluso eliminar los efectos adversos de un sueño nocturno insuficiente o excesivo y de las siestas prolongadas en la mortalidad”, explica Miguel Angelo Duarte Junior, primer autor del estudio. “Un nivel adecuado de actividad física podría reducir o neutralizar estos riesgos asociados con patrones de sueño no saludables”.
Una estrategia clave para el envejecimiento saludable
Estos resultados subrayan la importancia de adoptar un estilo de vida activo como factor clave para un envejecimiento saludable. En una sociedad con una población cada vez más envejecida, entender cómo el sueño y la actividad física afectan la longevidad es crucial. Este estudio no solo destaca la relevancia de equilibrar ambos factores, sino que sugiere que fomentar la actividad física podría ser una estrategia eficaz para reducir los efectos perjudiciales de los patrones de sueño irregulares.
Adoptar un estilo de vida activo como factor clave para un envejecimiento saludable
“Los hallazgos de esta investigación podrían aplicarse en programas de salud pública que promuevan la actividad física como medida para mitigar los riesgos asociados al sueño desregulado en personas mayores”, apunta Duarte Junior. Además, el estudio ofrece una base para que los profesionales de la salud desarrollen intervenciones específicas que combinen recomendaciones sobre el sueño y la actividad física, adaptadas a las necesidades de los adultos mayores.
Datos sólidos para promover un envejecimiento activo
El estudio se basa en datos de dos grandes cohortes españolas, Seniors-ENRICA 1 y Seniors-ENRICA 2, que incluyen a más de 6.000 personas mayores de 60 años. La información se obtuvo a través de entrevistas telefónicas y visitas domiciliarias en las que se realizaron exámenes físicos y se recolectaron muestras biológicas. Para evaluar la duración del sueño nocturno y de las siestas diarias, se preguntó a los participantes cuántas horas solían dormir por la noche y durante el día (siesta) de manera habitual. La actividad física se midió utilizando un cuestionario validado que evaluaba el tiempo semanal dedicado a caminar, andar en bicicleta, realizar tareas domésticas, deportes y otras actividades.
Este trabajo se suma a una creciente evidencia científica que subraya la importancia de un estilo de vida activo para la salud en la vejez. En los adultos mayores, el sueño suele ser más fragmentado y las siestas más comunes, lo que ha llevado a investigar cómo estos patrones afectan la salud. Aunque estudios previos ya habían vinculado la duración del sueño nocturno con el riesgo de mortalidad, este es uno de los primeros en considerar el papel de la actividad física en esta relación.
Los resultados son especialmente relevantes, ya que sugieren que la actividad física puede atenuar los efectos negativos de dormir demasiado o muy poco. Además, aportan una nueva perspectiva sobre las siestas: mientras que las siestas breves podrían ser beneficiosas, las siestas largas están asociadas con un mayor riesgo de mortalidad, pero solo en personas inactivas físicamente.
Actividad física para un sueño saludable
En un contexto donde el sedentarismo es un problema creciente entre los adultos mayores, este estudio refuerza la necesidad de integrar la actividad física en la vida cotidiana para proteger la salud, incluso en aquellos con patrones de sueño subóptimos.
En resumen, el trabajo concluye que un sueño nocturno insuficiente o excesivo, así como las siestas prolongadas, aumentan el riesgo de mortalidad, pero solo en personas que no realizan suficiente actividad física. La recomendación clave es clara: mantenerse físicamente activos es crucial para neutralizar los efectos perjudiciales de un sueño irregular. Promover la actividad física, junto con buenos hábitos de sueño, debería ser un objetivo central en las políticas de salud dirigidas a las personas mayores.
El estudio abre la puerta así a futuros trabajos que exploren con mayor detalle las interacciones entre el sueño, la actividad física y otros factores de estilo de vida, y su impacto en la longevidad.
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Referencia bibliográfica:
Duarte Junior, M. A., Martinez-Gomez, D., Pintos-Carrillo, S., Lopez-Garcia, E., Rodríguez-Artalejo, F., & Cabanas-Sánchez, V. (2024). Associations of nighttime sleep, midday napping, and physical activity with all-cause mortality in older adults: the Seniors-ENRICA cohorts. GeroScience, 1-13.
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