Investigación
Docentes de apoyo: una oportunidad clave para la educación inclusiva
Las prácticas de apoyo siguen centrándose en el déficit individual y no en fortalecer los contextos escolares para garantizar el cumplimiento del derecho a una educación inclusiva, evidencia el trabajo de investigación de un equipo de expertas en psicología de la educación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Mano pintando un coche
El profesorado de apoyo sigue desempeñando sus funciones, en la mayoría de los casos, desde un enfoque correctivo más que transformador. Así lo revela una revisión publicada en la revista Disabilities, que analiza cómo se configura este rol en diferentes países y cuál es su contribución a la educación inclusiva.
El estudio, elaborado por investigadoras del Departamento de Psicología del Evolutiva y Educación la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), identifica cuatro funciones principales que desempeñan estos profesionales:
- Atención directa al alumnado con necesidades educativas específica.
- Asesoramiento y colaboración con otros docentes
- Tareas administrativas
- Funciones de coordinación y liderazgo
Sin embargo, los datos muestran un claro predominio del primer rol: el trabajo individualizado con el alumnado y a menudo fuera del aula ordinaria. Según el estudio, estas prácticas refuerzan la idea de que ciertos estudiantes requieren entornos o profesionales especiales, en lugar de transformar los contextos educativos para posibilitar que todo el alumnado, sin excepción, pueda estar, participar y aprender.
“Para avanzar hacia escuelas más inclusivas, es fundamental fortalecer el rol del profesorado de apoyo como motor de cambio, en lugar de mantener un modelo de trabajo individual y centrado en el déficit”, explican las autoras.
Hacia un enfoque sistémico y colaborativo
Entre los principales desafíos que enfrentan los equipos docentes para avanzar hacia una inclusión real, el informe señala tres ejes: la falta de formación específica, la escasa cultura de colaboración entre profesionales y la rigidez curricular (especialmente en la Educación Secundaria).
Como ejemplo de buenas prácticas, el trabajo destaca el modelo desarrollo en la provincia canadiense de New Brunswick. Allí, el 60% del tiempo del profesorado de apoyo se destina a fortalecer las competencias inclusivas del resto del claustro, a través de dinámicas de coenseñanza, asesoramiento psicopedagógico y planificación conjunta. Solo el 25% se dedica al apoyo directo a estudiantes, y el 15% restante a tareas de planificación y desarrollo profesional.
Este enfoque sistémico y colaborativo contrasta con el modelo predominante en otros países, donde el rol del docente de apoyo está todavía vinculado a tareas asistenciales o burocráticas. “Reformar este perfil profesional es clave para avanzar hacia escuelas más equitativas y con mayor capacidad para responder a la diversidad”, concluyen las autoras.
_____________________
Referencia bibliográfica:
Astudillo, L., Simón, C., & Fernández Blázquez, M. L. M. (2025). Current Roles of Support Teachers, Analysis of Their Contribution to Inclusive School: A Narrative Review. Disabilities, 5(1), 23. https://doi.org/10.3390/disabilities5010023
Más información: UAM Gazette